LOS PELIGROS EN LA MONTAÑA
Si yo no reflexionara mucho, estudiase y
planease la ascensión cuidadosamente,
hace tiempo que estaría muerto.
Tomo Cessen
La montaña es ambiente extraño no necesariamente hostil,
pero ciertamente imparcial.
Los peligros a los que esta sometido los
que transitan por ellas hay que estudiarlos desde dos vertientes.
Los más evidentes; aunque no por ello fáciles de
reconocer, son los peligros derivados de los procesos naturales, como
avalanchas, rayos, desprendimientos
etc.
Estos son conocidos como PELIGROS
OBJETIVOS, nada podemos hacer para evitar que sucedan, pero
debemos aprender a reconocer los lugares y momentos potencialmente peligrosos
para tratar de no estar allí cuando la piedra caiga o la avalancha se
desencadene.
El conocimiento del medio es por tanto la primera
preocupación del montañero al planificar su actividad.
Para controlar este tipo de peligros en la medida de lo
posible debemos ser conscientes de su existencia y de cómo nos pueden afectar, para tenerlos en cuenta tanto en la
planificación previa de la actividad como durante la misma y analizar cada situación imprevista para
evitar o minimizar la posible amenaza.
Más difíciles de evaluar son los PELIGROS SUBJETIVOS, que vienen dados por la
actuación de cada persona.
El peligro subjetivo puede provocar accidentes por si
mismos o exponernos a todo tipo de PELIGROS OBJETIVOS.
En cada fase de una ascensión existen elementos
SUBJETIVOS, como:
La elección de la ruta
Material
Equipo
Conocimientos técnicos
Entrenamiento
La actitud personal.
Si se consideran adecuadamente todos estos factores, el peligro
potencial es difícil que surja.
En definitiva el conocimiento profundo de la montaña es
tan importante como conocer nuestras propias limitaciones y las de nuestros
compañeros.
Hay que ejercer un autocontrol crítico de nuestras
posibilidades.
La decisión de dar media vuelta o renunciar no suele ser
fácil, pero nos permitirá seguir disfrutando de las montañas. Nunca debemos
menospreciar la montaña, siempre es infinitamente más poderosa aún aquellas de
aspecto más inocentes pueden darnos una lección de humildad.
La sensatez es sin duda la mejor virtud de cualquier montañero.
Fuente: Centro Universitario de Andinismo / Escuela de
Montaña